Las primeras mediciones del tiempo se hicieron a partir de observaciones astronómicas y durante mucho tiempo el cielo fue el instrumento principal de esa medición. Desde muy temprano en la historia, el ser humano se dio cuenta que podía recurrir a los fenómenos físicos que se repetían de forma periódica y aprovechar su regularidad para construir instrumentos que midieran intervalos de tiempo. El primer “reloj” que estuvo a la disposición del hombre fue sin duda el derivado de la alternancia del día y de la noche, es decir, el día solar. Pero a lo largo de la historia aparecieron inventos cada vez más sofisticados que permitieron “observar” lapsos, desde los calendarios que registran días, años y siglos, pasando por las clepsidras, velas, cuadrantes y otros instrumentos que miden periodos más cortos, como las horas, minutos y segundos, hasta el reloj de átomos de cesio, cuya precisión se mantiene durante 30.000 años El reloj es un instrumento que ha experimentado una rica evolución a lo largo de los siglos. La subdivisión del tiempo convencional en horas, minutos y segundos representa un sistema arbitrario que proviene de siglos de historia. A los sacerdotes babilónicos les pareció que debíamos hacer la subdivisión del día en 24 horas, que data más o menos del tercer milenio antes de Cristo. Los antiguos egipcios son los responsables de la invención del reloj de sol, que data del año 1500 aC. Originalmente estaba compuesto por una estaca clavada en el suelo que indicaba la hora dibujando una sombra diferente según la posición del sol. Sin embargo, esto lo hizo inutilizable por la noche.

A partir del siglo XVI aparecieron los primeros relojes de bolsillo. Todavía eran bastante voluminosos y generalmente se usaban atados a una cadena alrededor del cuello (lo que los convertía en accesorios predominantemente femeninos). Uno de los primeros ejemplos conocidos es el reloj perteneciente a Philipp Melanchthon, un reformador protestante, que data de 1530. La evolución continuó con la introducción del mecanismo de péndulo, en el que trabajaron tanto Galileo Galilei como el holandés Christiaan Huygens. El primer reloj de péndulo apareció en 1657. Más tarde, el propio Huygens inventó el volante y el sistema de muelles en espiral junto con las manecillas. Este descubrimiento en particular ayudó a que el reloj de bolsillo fuera aún más fácil de usar y a convertirlo en un accesorio insustituible para los caballeros de la época. Se dice que en 1812 se construyó el primer reloj de pulsera y fue fabricado por Abraham Louis Breguet pero solo hay documentos que lo nombran. El reloj de pulsera más antiguo que aún se conserva data de 1868 y fue fabricado por Patek Philippe para la condesa húngara Koscowicz. El primer reloj de pulsera para hombre fue fabricado en 1904 por Louis Cartier para el aviador Santos-Dumont, cuyo trabajo como piloto le dificultaba saber la hora con el reloj de bolsillo tradicional.